El Eco Distorsionado

0
528589119_122151582368767792_5470622722823909329_n

🌧️ La lluvia golpeaba las ventanas con furia, pero no era el sonido lo que me inquietaba. Era la sensación de que el tráfico, las voces, el bullicio de la ciudad, no venían *de* la calle, sino que resonaban *dentro* de las paredes de mi casa. 🏠 Al principio, lo atribuí al cansancio, a las largas horas trabajando desde casa. Pero la sensación persistía, creciendo con cada día que pasaba.

🛌 Por las noches, el fenómeno se intensificaba. El ronroneo de un motor se convertía en el latido de mi propio corazón. Las risas de los niños jugaban en el pasillo, aunque yo estaba solo. 👻 Intentaba ignorarlo, sumergirme en la música, en un libro, pero los sonidos se filtraban, distorsionados, como si mi hogar fuera una cáscara vacía llena de ecos ajenos.

🔍 Empecé a investigar la historia de la casa. Construida sobre un antiguo terreno baldío, había sido escenario de un accidente de tráfico hace décadas. Un autobús escolar se había estrellado contra un árbol, llevándose consigo a varios niños. 💔 Los rumores hablaban de que sus espíritus vagaban por la zona, buscando un camino a casa.

🚪 Una noche, mientras intentaba dormir, escuché un susurro claro, proveniente del armario. “Mamá… tengo miedo.” 😨 Abrí la puerta lentamente, esperando encontrar algo, cualquier cosa. Pero el armario estaba vacío, solo lleno de ropa. Sin embargo, en la pared del fondo, descubrí un dibujo infantil, hecho con crayones descoloridos: un autobús escolar estrellado contra un árbol. 🖍️

🤯 La paranoia me consumió. Empecé a ver sombras en las esquinas, a sentir presencias invisibles. Cada sonido de la calle se convertía en una amenaza, en un recordatorio de la tragedia que había ocurrido. Intenté mudarme, pero algo me retenía, una fuerza invisible que me ataba a esa casa. ⛓️

🌙 Una noche, el sonido más aterrador de todos me despertó: el chirrido de los frenos, seguido de un estruendo. Corrí a la ventana, esperando ver un accidente en la calle. Pero la calle estaba vacía, silenciosa. Entonces, miré hacia abajo, al jardín. Allí, en el césped, había una mancha oscura, húmeda, que se extendía lentamente. 🥀 Al acercarme, reconocí el olor: era el olor a gasolina y… a miedo.

👁️‍🗨️ La mancha formaba la silueta de un autobús escolar. Y dentro, podía distinguir las figuras pálidas de los niños, mirándome con ojos vacíos, implorando ayuda. La casa no estaba embrujada por los sonidos de la calle. La casa *era* la calle. Era el accidente, atrapado en un bucle eterno, repitiéndose una y otra vez. Y yo, ahora, era parte de él.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *